Mina Harker



La dama, entre tanto, de su labios de fresa, estremeciéndose como una serpiente entre brasas y amasando sus senos sobre el duro corsé,
Decía estas palabras impregnadas de almizcle: Son húmedos mis labios y la ciencia conozco, de perder en el fondo de un lecho la conciencia, Seco todas las lágrimas en mis senos triunfales.Y hago sonreír a los viejos con infantiles risas.
Soy para quien sepa contemplarme desvelada,la luna, y soy el sol, el cielo y las estrellas.
Yo soy, mi amado sabio, tan docta en los deleites,Cuando sofoco a un hombre en mis brazos temidos o cuando a los mordiscos abandono mi busto,tímida y ligera y frágil y robusta,Que en esos cobertores que de emoción se rinden,Impotentes los ángeles se perdieran por mí.

Fragmento de “La metamorfosis del Vampiro” de Charles Baudelaire

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